
Inmaculada Martínez |
València (EFE).- El valle de Cofrentes, en el interior de la provincia de Valencia, sustenta muchos empleos de sus vecinos en la central nuclear y sus recargas periódicas y buena parte de los ingresos de los municipios, pero ¿qué alternativas tiene una zona en riesgo de despoblación cuando se produzca el cierre programado de la planta para 2030?
Los alcaldes consultados por EFE atribuyen el cierre a causas «políticas», consideran necesaria la central y defienden su permanencia. «Si eso lo quitan, ¿qué vamos a hacer aquí?» es una de las preguntas recurrentes de los ediles de algunos ayuntamientos de un valle con 40 años de dependencia de la central nuclear y una forma de vida alrededor de la instalación.
La continuidad de la central, propiedad de Iberdrola y que genera anualmente el 45 % de la energía producida en la Comunitat Valenciana, ha sido defendida por el Gobierno valenciano del Partido Popular con argumentos enmarcados en la autonomía energética, a la vez que apuesta por las energías renovables para tener un mix energético barato en los próximos años.
Esta misma semana el presidente ejecutivo de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, ha alertado, en declaraciones publicadas por el diario británico Financial Times (FT), de un incremento repentino de los precios energéticos de más de un 25 % si España repite el «gran error» cometido por Alemania de cerrar sus plantas nucleares.
Por el lado ecologista, la plataforma Tanquem Cofrents considera que las centrales nucleares suponen un tapón a la transición energética hacia un sistema basado en la generación renovable, más eficiente y barata en la lucha contra el cambio climático.
¿Qué dicen los alcaldes?
En comarcas como el Valle de Ayora-Cofrentes (9.500 habitantes), en el interior de la provincia de Valencia, el número de empleos directos de la central es elevado -unos 800, más 1.200 indirectos y los adicionales en años de recarga- y son puestos de una cualificación muy específica ( mantenimiento industrial, la electricidad y electrónica, la química o la mecánica).
Cofrentes, junto con otros pueblos de la comarca (Cortes de Pallás, Jalance y Jarafuel), forman parte de la Asociación de Municipios en Áreas de Centrales Nucleares (AMAC), entidad que participó el pasado 18 de enero en la manifestación de Cáceres convocada por la plataforma ciudadana ‘Sí a Almaraz, sí al futuro’ para defender la continuidad de la central.
El alcalde de Cofrentes, Salvador Honrubia (Cs), afirma sobre el cierre y las alternativas económicas: «Creo que hay muchos foros donde se habla mucho de la España despoblada, rural, que queda muy bien, pero no nos ayuda nadie, a la hora de la verdad, nadie».
Este Ayuntamiento ingresa una buena parte de su presupuesto, entre un 80 y un 85 % de un total de 10 millones de euros, por impuestos directos de la central.
Son justamente la energía nuclear y el turismo las principales actividades económicas del municipio, y es por este último por el que van a apostar. De hecho, han empezado a desarrollar un plan director de turismo 2021-2030 que tiene como referente el balneario, «segunda empresa de la comarca» con 250 puestos de trabajo directos y de titularidad municipal y gestión privada, a día de hoy el de más pernoctaciones de la provincia de Valencia.
Además del balneario, el «gran patrimonio, el mayor bien» de Cofrentes es su paisaje, sus ríos Cabriel y Júcar, el valle, la única ruta fluvial de interior de la Comunitat Valenciana, y el único volcán de la región, el Cerro de Agrás.
Incidencias «prácticamente nulas»
Iberdrola, según el alcalde de Ayora, José Vicente Anaya (PP), ha hecho «un gran trabajo» en el mantenimiento y las incidencias son «prácticamente nulas», y la vida de la central se podría alargar más allá de lo previsto pues el cierre es «una cuestión política más que otra cosa», asegura.
La ubicación de este municipio a 80 km de Requena y a 140 km de Valencia, «en un punto que no estás ni mal ni bien», hace difícil el aterrizaje para las industrias, pero ya se preparan medidas para facilitar la llegada de empresas, como podría ser una industria auxiliar de energía fotovoltaica.
«Nos merecemos la atención de las administraciones para ayudarnos a mantener la población en la comarca. Tenemos el tiempo justo pero no se llega tarde», dice en tono optimista.
Otro pequeño municipio, Jarafuel cree que la primera alternativa es que la nuclear no se cierre, en palabras de su alcalde, Fernando Jorge García (PP), que está apostando por los parques eólicos y la energía fotovoltaica.
Si no hay trabajo, los jóvenes se van. «Las industrias están a 130 km de aquí y el turismo está en la costa. El turismo de interior…se le llena la boca a todo el mundo pero no da para vivir», añade.
«Si no se toman medidas, empeorará la calidad de vida del valle”. Antes de cerrar una instalación de este tipo, el Gobierno tiene que ir pensando en alternativas para que la comarcas no mueran. «Dicen que sí, pero luego es que no», asegura este alcalde.
En Requena (20.000 habitantes), su alcalde socialista, Mario Sánchez, pone a su municipio por encima de los intereses de su partido: «Si se entiende que -algo- perjudica al futuro y a la economía del municipio, un alcalde se tiene que posicionar al lado de sus vecinos», aunque sea un municipio con turismo, polígono industrial y agricultura pues el cierre de la central sería «un golpe importante».
Compatibilizar nuclear y renovables
El director general de Energía y Minas de la Generalitat, Manuel Argüelles, dice que España es «el único país del mundo» que se plantea el cierre total de las centrales nucleares, en lugar de alargar la vida útil de las existentes, y el president de la Generalitat, Carlos Mazón, ha abierto un debate «enterrado».
La planta de Cofrentes tiene «todos los okey» para ampliar su vida útil, y si ello se añade la parte social de mil empleos directos y 800 indirectos en una zona despoblada, debería hacerse un plan de transición justa, afirma el director general.
Además, indica que no se puede cerrar algo sin tener la siguiente solución, «es lo sensato», para señalar que la Comunitat Valenciana es la tercera con mayor radiación solar pero la que menos instalaciones renovables tiene.
El Plan de energías renovables del Consell apuesta por alcanzar los 6.000 Mw de energía fotovoltaica y los 4.000 Mw eólicos, unas cifras derivadas del Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC 2023-2030). En este año alcanzará 1.200 Mw eólicos y 500 fotovoltaicos, sin contar las instalaciones de autoconsumo, por lo que tiene por delante “mucho recorrido”.
Un tapón para la transición energética
Para el portavoz de la plataforma Tanquem Cofrents, Juan José Sanchis, Cofrentes, con 40 años de vida, supera «ampliamente sus bases de diseño (25 años)» y supone «un riesgo de accidente inasumible», además de ser «el mayor consumidor individual de agua» de la Comunitat Valenciana, agua del curso alto del Júcar, de la mejor calidad, según sus argumentos.
En materia social, Tanquem Cofrentes asegura que la sustitución de la energía generada por la planta por renovables generaría hasta diez veces más puestos de trabajo, un menor impacto ambiental y evitaría «centenares de toneladas de residuos radiactivos de alta actividad, para los que no hay tratamiento posible».