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La primera entrevista de Francesco Arcuri: «A Juana Rivas no le importa maltratar a sus hijos para sentirse una víctima»

Actualizado Miércoles,
19
febrero
2025

22:48

Francesco Arcuri afronta desde Carloforte su primera entrevista tras la sentencia que le otorga en exclusiva la custodia de su hijo Daniel, de 11 años, que permanece con su madre en Granada. La Corte de Apelación, al igual que en 2019 y 2023, dice que sólo él -padre «atento y protector»- puede cuidar de su hijo, y que la madre, Juana Rivas, es «completamente inadecuada», «manipula» a sus hijos (también al mayor, Gabriel, de ya 18 años) y ha acusado a Arcuri sin pruebas.

En 2016 Rivas ya sustrajo a sus dos hijos durante 15 meses. La sentencia dice que el crío debe volver «de inmediato» a España, pero ella dice que se queda al niño en Granada, y la ampara el Gobierno. «Estoy cansado», arranca Arcuri, acusado de maltratador, «de soportar estas fantasías sobre mí creadas por gente que les hace de todo a mis hijos».

¿Qué le hacen a sus niños?
Lamentablemente de todo. Hay gente en Carloforte que me pregunta, porque no saben, y les explico: «En estos ocho años a la madre no le ha interesado en absoluto estar con sus hijos». Parecerá increíble, pero ha montado esto para ser ella una víctima y yo un verdugo, sólo busca es eso. En las pocas veces que ella venía a Cagliari a ver a los niños, el lunes, cuando yo debía recogerles, ella no estaba. Yo llamaba a la Policía y ya me conocían. Me decían: «Ah, sí, Arcuri: a tal hospital» o «a tal otro». Yo iba al hospital y el médico de turno me decía: «Los niños no tienen nada», y me los llevaba.
¿Cuántas veces pasó eso?
Casi todas las veces que vino a verles, que en realidad no fueron tantas en todos estos años. Otras veces, de forma totalmente incoherente, venía y no quería ver a los niños. Por ejemplo, vino a Cagliari, estuvo dos meses y no vio a Daniel ni una sola vez.
¿Por qué?
La verdad, no lo sé. Ella estaba en Cagliari y no llamaba para ver a Daniel, y él tenía que ir a jugar a Cagliari con su equipo de fútbol y me dijo que le hacía mucha ilusión que su madre le viera. Se lo dije a ella, con el sitio y la hora. Pues nada, no apareció… Pero, a ver, es interminable. Tengo grabaciones de Daniel con cuatro, cinco, seis años, que dice que Paqui [Granados, la consejera áulica de Rivas] y otras personas cerca de Juana le dicen que tiene que decir que su padre es malo y le pega. Otra grabación en que el niño dice que se lo dice su madre. Otra, en que se lo dice Gabriel.
¿Juana Rivas es, en su opinión, una maltratadora?
No es que lo crea, es que es así: lo es. Por ejemplo, estas navidades, al niño, de 10 años, en cuanto llega a España le quita el móvil [que Daniel llevaba cuando llegó a Granada] y no le deja comunicarse durante dos meses con sus amigos, con su padre… Es violencia. Ya lo hizo con Gabriel. Me pasé [entre 2016 y 2017, en la primera sustracción] un año y tres meses sin hablar con mis dos hijos, cuando Gabriel tenía 10 años. ¿Qué sucedió? Cuando vi a Gabriel, tanto tiempo después, me encontré un niño cambiado. Sin serenidad. Un niño a quien su madre había enseñado a odiar a su padre. Era: «Si tú quieres que tu madre te quiera, tienes que odiar a tu padre». Y él lo hizo. Obviamente quería ser aceptado por esa madre que, al final, nunca lo fue. Que un día estaba y otro no. Porque así era.
Pero, ¿qué sentido tiene ir a Cagliari y no querer ver a Daniel, y luego manipularle, como dicen los jueces italianos, para quedárselo?
Es que quien ha estudiado este caso judicialmente, y quien conoce las cosas, sabe que en ella todo es incoherente. Y por eso en las tres sentencias [de Familia en Italia] siempre me han dado la custodia exclusiva a mí: porque siempre ha hecho cosas extrañas. Por ejemplo, en el verano pasado, le dijo a Daniel, cuando él volvía conmigo: «No me llames por teléfono»…
No entiendo.
Cuando volvió conmigo, Daniel me dijo que su madre le había dicho: «No me llames al teléfono». Él tampoco entendía.
¿Por qué lo hizo?
No sé. Qué se me ocurre: que quería privar al niño de ella durante esos meses de otoño, para que la necesitara más y luego tenerlo más fácil para manipularle cuando en Navidad estuviera con ella en España. Porque cuando Daniel fue a Granada en Navidad, ella llevaba muchos meses sin llamarle, esta es la realidad. Yo creo que era una estrategia para, cuando el niño estuviera con ella en España, decirle: «Ahora tú me tienes, ya tienes a tu madre. Ahora, quédate aquí». Es de una violencia increíble hacerle esto a tu propio hijo.
¿Qué puede suceder en la cabeza de ella?
Uff, a veces es difícil entender qué pasa en la mía… Yo veo a una persona que tiene que sentirse víctima. Enfrente de los niños, de los demás y de ella misma. Yo pienso que ella ha perdido toda posibilidad de ser madre felizmente, con sus hijos, porque ha hecho todo lo contrario. Creo que ella sabe muy bien lo que hace, pero también que a su entorno, si Juana se va a la cárcel, no le importaría nada: para ellos, eso demostraría que es una víctima. Ella desde luego merece ir a la cárcel, desde luego. Y, bueno, sobre su cabeza… No quiero hablar mal de ella, de verdad, pero por las cosas que hace creo que es una persona ‘borderline’, que no tiene un sentido claro de la realidad.
¿Cómo se vive, estos dos meses, sabiendo que el niño está en manos de personas que según los jueces le manipulan, en un país cuyos políticos apoyan a estas personas?
Mal, lógicamente. Es lo más duro, pero también la motivación para no decepcionar a mi hijo y conseguir que vuelva a casa. Pensar que está escuchando mentiras, que no tiene una referencia sana allí… Daniel siempre ha vivido con su padre, y en este pueblo [Carloforte], de 5.000 personas, en el que todos le conocen, y que al final es su familia. Y ahora, por ejemplo, en estos dos meses su madre no le ha dejado comunicarse ni un solo día no ya conmigo, sino con sus amigos. Esta es sólo otra prueba de su voluntad de manipular a un niño de 10 años.
¿Por qué la Fiscalía, tras archivar todas las denuncias de Juana Rivas contra usted, de pronto apoyó cuatro de ellas? Porque en esa actuación de Fiscalía se ha apoyado Rivas para intentar quedarse a Daniel en España.
Hay que explicar esto, desde luego. Durante años el fiscal encargado, al recibir cada denuncia, preguntaba a los niños, recababa pruebas y siempre archivaba. Luego llegó un nuevo fiscal y dejó de archivar. En una de ellas aceptó como prueba una denuncia falsa de Rivas, sin más. En otra, se basó incluso en una declaración de Daniel en la que el niño también decía que la madre le pedía que dijera mentiras sobre su padre. Ahora tendrá que ver un juez si estas denuncias siguen adelante, pero si así fuera ningún problema: explicaremos la verdad y ya está. En todo caso, la sentencia de la Corte de Apelación, que son 88 páginas, ya desmonta todas esas acusaciones falsas, una por una, y dice que no hay nada. Porque las pruebas no son pruebas, son inverosímiles. Pero si hay que ir a explicarlo, vamos, claro.
Me contó usted en una ocasión que el propio Daniel, de pequeño, le dijo: «Papá, pero tú, ¿nos pegas?». Pienso en cómo procesa eso la mente de un niño.
Sí… Él era muy pequeño. Cuatro años o así. Volviendo de ver a su madre yo le veía preocupado. Le pregunté y me dijo: «Pero, es que… Tú… ¿Nos pegas?». Yo le dije: «Pero Daniel, dímelo tú, si yo te pego». Y él: «No, no me pegas, pero mi mamá me dice que me pegas». Claro, para un niño tan pequeño todo lo que le dice un progenitor es verdad, no puede ser falso. Ahí empezó un poco el pobre a ser más adulto, a decirse: «Tengo que pensar con mi cabeza». No sé cómo puede afectar a un niño tan pequeño algo así, la verdad. Lo que sí sé es que es horrible.
¿Cree que lo sucedido esta Navidad, primero el vídeo publicado de Gabriel, luego la situación con Daniel, estaba premeditado por Juana Rivas y sus abogados y consejeros?
Sí lo creo. Y lo señala la sentencia de la Corte de Apelación. Por ejemplo, el 12 de diciembre, antes de que Daniel viajara a España [viajó el 22], los abogados de Rivas ya habían pedido a la Justicia italiana por medio del Ministerio de Justicia español la protección de mi hijo. Y Daniel ni siquiera estaba en España. Lo prepararon todo, es… Es que no sé calificarlo.
¿Cree que Rivas ha intentado ahora con Daniel lo que consiguió con Gabriel en la sustracción de 2016 [la sentencia da por hecho que el hijo mayor está muy influenciado por su madre]?
Sí. Es tremendo, pero sí. Espero que no lo consiga, lógicamente. Primero, esta vez son dos meses, no 15. Y Daniel ha tenido una vida diferente de Gabriel: ha vivido sólo conmigo. Soy su único referente. No digo para nada que no le quiera su madre, pero en realidad quien él cree que es su madre es una idealización. Que existe, pero no existe.
Con tantas denuncias «exageradas» y «manipuladas», como dice la sentencia de la Corte de Apelación, ¿por qué nunca ha actuado usted contra ella por denuncia falsa?
Porque siempre he estado volcado en proteger a mis hijos, y en protegerles también de los procedimientos: no quería involucrarles en una guerra sin fin. Yo tenía que ser el padre y la madre, y en eso me he centrado. Esperando también que al final apareciera algo de bueno en el otro progenitor. Y que ellos tuvieran, por fin, un padre y una madre. Esto nunca ocurrió, y nunca va a ocurrir, creo.
¿Se arrepiente de no haber denunciado?
Quizás no he hecho bien en no denunciarla a ella por denuncia falsa, pero igual aún hay tiempo para hacerlo.
¿Y si fuese necesario hacerlo para protegerles a ellos, a sus hijos?
No lo sé. Aún ahora mi prioridad no es hablar mal de ella, ni castigarla. Mi prioridad es proteger a mi hijos… A los dos: tengo la esperanza también de que mi hijo mayor pueda algún día hablar conmigo de sus problemas. Ahora lo primero es que Daniel vuelva. Luego, lo demás.
¿Qué es lo primero que le dirá a Daniel cuando vuelva a estar con usted?
Le voy a abrazar. Le voy a decir: «Vamos a casa». Le voy a decir: «Están ahí todavía los regalos de la Navidad, el árbol encendido». Le voy a decir: «Vamos a dar una vuelta en el barco». Eso le voy a decir.
¿Alguna vez imaginó que siete años después de la anterior sustracción iba a estar así, alejado de sus hijos?
No. Es verdad que esto ha atormentado ocho años de mi vida, han intentado de todas las maneras quitarnos la felicidad. No, no lo imaginaba.
Tres ministras españolas (Yolanda Díaz, Ana Redondo y Sira Rego) han dicho que su hijo debe quedarse en España.
Quien diga algo así, o no conoce realmente lo que sucede en nuestra vida, en la de mi hijo y la mía, o es una persona mala. No hay más. O bien no han leído lo que ha sucedido en la vida de mi hijo en todos estos años, o tienen algún interés para decir esto. Pero cada uno puede decir lo que quiera, desde luego. Yo sólo creo que hay personas que ha usado el cuento de la rana y la olla para hacerle creer a la gente algo que no es, y…
¿Cuál es ese cuento, perdón?
Tú metes una rana en una olla de agua hirviendo y sale disparada. Pero la metes en agua fría y vas calentándola poco a poco, y la terminas cocinando. Pienso que esta es la táctica que han usado para engañar a la gente. Si no, no me lo explico, la verdad.
¿Puedo hacerle una apreciación personal? Creo que quien lea esta entrevista puede pensar, sobre todo en el caso de padres y madres, que está usted reprimiendo u ocultando lo que siente. ¿Puede ser así?
¿Yo? Bueno… Qué quieres que te diga. No, entiendo que la gente quizás querría escucharme decir: «Mataría a todos»… Pero no es así. No puedo contarte de verdad cómo vivo todo esto. La gente ya imaginará que no estoy aquí feliz sentado, esperando a que vuelva mi hijo. Mis sentimientos son privados. No me interesa contarlos, ni presentarme como una víctima, la verdad.
¿Cuándo cree que va a tener a Daniel con usted, una vez la Justicia italiana le ha dado la razón?
No lo sé, espero que poco. En un procedimiento normal sería sencillo, pero aquí… No lo sé, la verdad. Espero que sea de la forma más delicada para Daniel. No espero mucho de ellos [se refiere a Juana y su familia], porque ya han demostrado que el bienestar de Daniel no les importa nada.
Mucha gente en España no sólo piensa, sino está convencida de que usted maltrata a su hijo.
Nunca me ha importado que… Bueno, claro que me importa que lo piensen, porque no soy ningún maltratador y jamás he maltratado a mis hijos. Pero yo tengo que vivir una vida lo más normal posible, me he concentrado en ser el mejor padre posible. Y quienes viven a nuestro lado aquí nunca ha tenido dudas de eso: nunca.
Pues no tengo más preguntas…
Y sobre el dolor, que me preguntabas, claro que ha sido muy doloroso, mucho. Pero en determinado momento he pensado: o sigo en el dolor, o soy pragmático y convierto parte del dolor en fuerza, por Daniel. Porque es fácil morirse en el dolor, pero cuando tienes la responsabilidad de un niño pequeño que te quiere y te necesita… Tienes que sacar fuerza de donde igual no las tienes. Pero lógicamente duele mucho. Me duele ver su cama y que él no está aquí. Me duele ver sus libros de la escuela. Me duele ver sus zapatos de fútbol. Al principio me dolía ver a sus amigos, pero me di cuenta de que a ellos… A ellos les dolía más. Me veían y alguno se echaba casi a llorar. Al final yo tenía que consolarles. Y les decía: «Cualquier pregunta que tengáis, yo la contesto. Pero no tenéis que tener miedo. Daniel va a volver. Seguro. No tenéis que tener miedo».
¿En algún momento ha pensado que quizás Daniel podría no volver? ¿O está completamente seguro de que va a volver?
En el fondo, siempre he estado seguro de que va a volver. Y va a volver.