José Manuel Albares está afiliado al Partido Socialista desde que estudiaba en la Universidad, ya antes de su acceso a la carrera diplomática. El carnet del PSOE es algo que le enorgullece y lleva a gala. Su amistad con Pedro Sánchez data de años, y la lealtad, también. Y esa fidelidad se está trasladando con intensidad a la política exterior. En un momento en que el Gobierno ha iniciado una ofensiva de polarización y adhesión férrea, desde la justicia a la actividad parlamentaria, Albares está aplicando en la diplomacia los dogmas del gobierno, lo que también le está permitiendo ganar peso político dentro del Ejecutivo.
En conversación con EL MUNDO, un diplomático de reciente incorporación ilustra: «Nosotros somos funcionarios del Estado, entendemos que las ideas de cada Gobierno marquen las líneas generales en el Exterior, pero no como ahora». Porque la apuesta de Albares por un control absoluto provoca que los embajadores se queden sin ninguna capacidad de acción: «Ha desmantelado todos los mecanismos estratégicos», explica esta misma fuente. Y para aquellos jefes de misión extranjera que se saltan el guión, el cese ya es una realidad, tras apartar en las dos últimas semanas a los embajadores ante Corea del Sur, Croacia y Bélgica.
Por si ese mensaje no hubiera quedado claro, el ministro anunció ayer «una revisión del despliegue de España en el exterior de arriba abajo, para garantizar que el despliegue es acorde con el peso de España en el mundo y con el lugar que España tiene en el mundo». Un recado, tras los relevos recientes, que fuentes de Exteriores intentan matizar, apelando a una revisión más operativa, de las embajadas, consulados… Pero la advertencia de Albares de una «revisión de arriba abajo» llega tras firmar tres solicitudes de plácet en las tres delegaciones reseñadas.
La última víctima ha sido Guillermo Kirkpatrick de la Vega, embajador ante Corea del Sur, que será relevado cuando concedan el plácet a su predecesor. Kirkpatrick se reunió con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, tras la visita de la popular a Seúl, algo que molestó a Albares.
Porque el embajador no lo había comentado a la sede del Ministerio, como exigen los nuevos usos diplomáticos. «Todo, hasta un tuit de la Embajada, debe pasar por la Oficina de Información Diplomática, y eso ralentiza todo y hace, a la larga, que perdamos oportunidades de actuar», se lamenta la misma persona. Y esa reunión que molestó en Exteriores se saldará con la cabeza de Kirkpatrick cuando concedan el plácet a su sucesor.
Tras conocer la noticia, Ayuso definió al diplomático como «un gran profesional» que «nunca ha hablado» del Gobierno durante sus encuentros, y acotó estrictamente a la visita a Corea la reunión que mantuvieron en enero en la sede del Ejecutivo regional: «Estaba de paso en Madrid y quiso darnos feedback de cómo había sido nuestro paso por Corea». A ojos de Ayuso resulta «paradigmática» la reacción del Gobierno de Pedro Sánchez con el embajador coreano, ya que la presidenta madrileña opina que «le han tratado como harían los gobernantes de Corea del Norte».
«Es algo que me llama poderosamente la atención y lo lamento», expresó Ayuso, informa Vicente Coll. El enfrentamiento entre el Gobierno nacional y la presidenta de la Comunidad de Madrid es abierto, y Albares ha decidido también intervenir en ese flanco.
Este fin de semana, mientras la prensa internacional se hacía eco del «miedo a represalias» que el presidente de la Asociación de Diplomáticos de España denunció en EL MUNDO, el ministro se encontraba en el Congreso del PSOE de Madrid. Cada vez más implicado en la actividad partidista, retuiteó tres publicaciones en X, una del PSOE y dos del presidente del Gobierno, que el domingo estuvo en la clausura del cónclave de los socialistas madrileños, la federación de referencia de Albares, que siempre presume de sus raíces en Usera.
El ministro de Exteriores también se significó en aquellos cinco días de abril en que Sánchez dudaba, supuestamente, de su continuidad en el cargo. Albares entraba puño en alto en Ferraz, en la cumbre donde los altos cargos del PSOE jalearon al presidente, en ausencia, para que continuase en Moncloa.
A pesar de que es cierto que el ministro ha nombrado embajadores a diplomáticos que han tenido puestos de responsabilidad en el Gobierno de Rajoy, también lo es que señaló a otros que aparecieron en las listas del PP en las elecciones europeas. Con la sustitución de Kirkpatrick en Corea tras reunirse con Ayuso, envía un mensaje al resto de los jefes de misión, días después de apartar a los embajadores en Croacia, Juan González-Barba (tras publicar un artículo en El Confidencial) y Bélgica, Alberto Antón (semanas después haberse dormido durante un discurso de Albares). Además, como informó este diario el pasado viernes, al menos cinco altos representantes diplomáticos han sufrido castigos desde el Ministerio.
La advertencia de revisión del despliegue anunciada por Albares ayer en los desayunos de Europa Press llega después de que diplomáticos, sin querer ser citados, denunciaran el régimen del terror y la discrecionalidad de los nombramientos. Tras reconocer que «estamos haciendo mucho internamente», Albares afirmó este lunes que «el Ministerio de Asuntos Exteriores se rige por los cauces habituales».
Lo dijo tras ser preguntado por la necesidad de un reglamento sobre los nombramientos de embajadores. «Es potestad del Consejo de Ministros», recordó. A continuación, aunque normalmente los embajadores suelen estar en ese cargo entre tres y cinco años, afirmó que «no hay tiempo máximo ni mínimo».
«Se intenta situar a una persona en un país para una misión. Cuando esa misión cambia, se analiza si es mejor que acuda una persona u otra», insistió. También reiteró que «la unidad más grande [de trabajo del Ministerio] es su sede central, donde trabajan la mayoría de los diplomáticos en condiciones no tan agradables [como un embajador]: más trabajo con un sueldo inferior al de los embajadores». Por último, en un claro mensaje a los cesados, subrayó que «el embajador no se va a la calle, viene a la sede del ministerio, pasa a ser colaborador mío».