Se dice que una imagen vale más que mil palabras, pero a veces las palabras también son necesarias… Para explicar lo no tan explicable. El viernes 10 de enero pasado, después de que la escritora María Dueñas recibiera el título de hija adoptiva de Cartagena, el edil Jesús Giménez Gallo, de la marca local Movimiento Ciudadano, le escribió un mensaje por WhatsApp a otro concejal, Diego Salinas, de Vox y primer teniente de alcalde en el Consistorio de la ciudad, de 215.000 habitantes.
A Giménez Gallo le extrañó la ausencia de Salinas en el homenaje a Dueñas, y así se lo hizo saber. Salinas, responsable durante 30 años de Cajamurcia en Cartagena, llevaba meses, según Giménez Gallo, negociando con MC y PSOE la posibilidad de una moción de censura para desalojar al PP del Ayuntamiento.
Desde una posición complicada: Salinas, primer teniente de alcalde junto al PP, tendría que irse de Vox junto a otra compañera para que salieran las cuentas y, de los 14 ediles de PP (10) más Vox (4), ambos se sumaran a otra mayoría con MC (8), PSOE (4) y Sí Cartagena (1). Con ese movimiento, en todo caso, dejaría el partido, pero se mantendría en el Ayuntamiento. Ninguna locura: el clásico transfuguismo local patrio en el que las siglas, como suele suceder, pasan a un segundo plano si el negocio funciona.
Salinas le contesta a Giménez Gallo que no ha podido ir porque ese mismo día le han agredido en plena calle, en el centro de Cartagena: «Me han pegado». El runrún de la posibilidad de una moción de censura lleva meses en el aire, y Giménez Gallo, que asegurará luego a EL MUNDO que «el acuerdo estaba muy cuajado», lógicamente se sobresalta. Le pregunta a Salinas si está bien, incluye un «vaya gentuza que hay en Vox», dando por hecho que la agresión ha podido provenir de su propio partido, y le pregunta si lo ha denunciado. «Sí, están mirando las cámaras», contesta Salinas.
En realidad, en esos días el líder de MC lleva ya un tiempo «con la mosca detrás de la oreja», explicará más tarde a este diario. «Aunque fueron ellos los que se ofrecieron para la moción de censura, tanto él como su compañera, Salinas llevaba unos días diciéndonos cosas un poco raras, como si de pronto pareciera que quería echarse atrás: que su familia estaba recibiendo amenazas, que si le llamaban desde un teléfono oculto, que le hacía pintadas…».
Aunque según MC el día anterior los conjurados se habían reunido para lanzar la asonada contra la regidora, Noelia Arroyo, la agresión sobrevenida parecía un final de trayecto. Un día después, en efecto, Salinas hace público un comunicado, acusando a Giménez Gallo de presionarle para lanzar la moción, pero negándose terminantemente a ella por el habitual «compromiso» con sus votantes, en este caso con «los cartageneros». «Pero es que horas más tarde», dice Giménez Gallo a este diario, «Salinas llama a uno de nuestro concejales y le pide perdón, diciéndole que la alcaldesa le ha puesto ese papel delante y le ha obligado a decirlo».
¿Se produjo realmente la agresión?, ha cuestionado este diario a Diego Salinas. «¡Pues claro que se produjo! Yo iba por la calle, pero en una zona en la que no hay cámaras, y apareció una persona corriendo, con pantalones vaqueros, y justo al pasar a mi lado va y me pega un puñetazo». ¿Le rompieron la nariz? «No, no era para tanto, me pusieron como una escayola o así en la nariz, algo como duro, y un esparadrapo gordo, pero nada, ya estoy bien».
¿Lo vincula a la moción de censura? «¿Yo? Qué va… Ni idea de por qué puede haber sucedido, pero no es la primera vez que me pasa algo así». Pero, ¿lo ha denunciado? «No, la verdad es que no porque no hay cámaras ahí. Yo no sé si a lo mejor es que la gente cuando va corriendo pues a lo mejor golpea a los otros, o qué».
Salinas, en cualquier caso, asegura que «jamás nos ofrecimos para ninguna moción de censura, esto es un lío que ha montado sólo Giménez Gallo. El único error que cometí fue comer una vez con ellos, y tomarnos un par de cafés… Pero nada de moción de censura, en absoluto». El líder de MC sostiene lo contrario: «Se ofrecieron ellos, mi obligación como líder de la oposición es intentar conseguir el poder, y cuando vimos que el PSOE estaba dispuesto a entrar en el acuerdo con ellos, y que sus mociones en Jaén y Alhama de Murcia salían adelante, nos lanzamos».
Y la agresión, ¿se produjo realmente? «Yo lo dudo, la verdad», dice Giménez Gallo. «Me da que esto fue como el marido que engaña a su esposa y le dice a su amante que la va a dejar, que sí… Y luego no se atreve«.