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Terror a Albares entre los diplomáticos: 7 ‘víctimas’ ya «por venganza» y silencio por «temor a represalias contra familiares»

José Manuel Albares dirige con mano de hierro el Ministerio de Asuntos Exteriores. Lo hace desde que llegó a la sede de Marqués de Salamanca en julio de 2021, con una política de control absoluto nunca antes vista entre la diplomacia española. Así lo afirman a este diario los diplomáticos consultados, todos en off, pero de ello se jacta también en numerosas ocasiones el jefe de Exteriores: «Mientras yo esté, se acabaron las filtraciones y las visitas de periodistas a despachos del ministerio», repite a menudo entre su audiencia. Una situación que ha llegado a puntos insólitos, como lamenta Alberto Virella, presidente de la Asociación de Diplomáticos Españoles (ADE) y el único que deja ser citado: «Difícilmente se presta un buen servicio a la sociedad española cuando una organización trabaja tan deficitariamente», afirma.

El control de todo hasta el más mínimo detalle provoca la desesperación de muchos de los funcionarios de Exteriores. Diplomáticos que ven que no pueden elevar un expediente sin que pase por manos del ministro o que incluso controla la colocación de quienes viajan con él en el Falcon, desconfiando del Protocolo. Pero esta vigilancia de todo lo que acontece en Exteriores también se materializa en la carrera profesional de los funcionarios públicos. Ya no valen los galones para tener un destino, ahora premia la fidelidad a la política exterior del Gobierno.

«Por primera vez, más allá de su sectarismo político, las venganzas personales son el día a día del Ministerio», verbaliza un diplomático tras garantizar la confidencialidad. Virella coincide y va más allá: «Diplomáticos jubilados no quieren posicionarse por temor a las represalias contra familiares que tienen dentro de la carrera», afirma y denuncia en este medio que «el principio de la carrera profesional de la función pública no se está respetando en este Ministerio».

La última víctima de la falta de criterio es Alberto Antón, embajador de España en Bruselas, a quien van a cesar después dos años y medio después de su nombramiento como jefe de la misión diplomática. La destitución, publicada por The Objective y confirmada por este medio, se produce tres semanas después de que Antón se durmiera durante la conferencia de Embajadores en la que Albares expuso las líneas maestras de la política exterior para este 2025.

«El embajador al que se refiere sigue en su puesto y no está cesado. Los relevos y nombramientos de Embajadores corresponden exclusivamente al Consejo de Ministros», apuntan desde Exteriores en una manipulación del hecho sucedido: a Antón ya le han comunicado su cese, que no será efectivo hasta que Bélgica apruebe el plácet y entonces el Consejo de Ministros nombrará a Rodríguez Coso. «No será la semana que viene», apuntan las fuentes oficiales. El cambio se producirá dentro unas semanas. En su lugar, España ha solicitado a Bélgica el plácet para José María Rodríguez Coso, actual embajador en Luxemburgo.

Este es el último cambio de Albares, que ha consumado dos polémicas salidas en apenas una semana. Así, días antes solicitó un plácet para un nuevo embajador en Croacia. En la actualidad ocupa el cargo Juan González-Barba, cuya sintonía con Albares no existe. De hecho, «el ministró se negó a que González Barba fuera nombrado enviado especial de Naciones Unidas para Chipre hablando los dos idiomas y teniendo la oportunidad de colocar a un español ahí», explica una de las fuentes. Se trata de una persona que pidió un puesto fuera por debajo del escalafón que le correspondía, consciente de que con Albares era imposible acceder al cargo de embajador que debía tener por la carrera.

«La cifra de damnificados es enorme, no sólo los que no les da la embajada, es que la parte de arriba del escalafón están obligados a exiliarse», describe. González-Barba había escrito un artículo defendiendo la utilidad de la Corona en El Confidencial antes de su cese. Además de no hablar con periodistas, hay una prohibición de escribir en medios de comunicación, y Barba no es la primera víctima.

Javier Benosa fue cesado después de que publicara una tribuna en este diario titulada Amnistía y silencio diplomático en la que lamentaba una reacción de su carrera frente a la amnistía. La libertad de expresión le valió el puesto, y ahora otros siguen pagando las consecuencias dos años después. Porque entonces la ADE, presidida por Carlos Medina, publicó una carta reivindicando su trabajo y trasladando «su inquietud». Por ello, el año pasado «ninguno de sus miembros fue nombrado en una Embajada, a pesar de tener credenciales para ello», asegura otra fuente.

Este 2025, dos miembros de la anterior directiva han sido nombrados jefes de misión, pero Medina continuará en Madrid, donde trabaja como subdirector general de América del Norte. Como publicó El Confidencial Digital, le han denegado el puesto de embajador que pidió. Lo mismo le sucedió a Gabriel Cremades, un caso «sangrante» para sus compañeros: «Lleva coordinando tres años toda la guerra de Ucrania y no le dan nada», lamentan.

Al ministro no le gusta que discrepen de él. Nicolás Pascual de la Parte era embajador en misión especial para ciberseguridad y gestión de amenazas cuando decidió ir en las listas del Partido Popular para las elecciones europeas. Los diplomáticos no tienen el deber de neutralidad política que se impone a los militares, por ejemplo. De hecho, Albares está afiliado al Partido Socialista. Sin embargo, tras el fichaje de Pascual de la Parte, Albares afirmó en sede parlamentaria: «Había funcionarios diplomáticos en activo, en aquel momento y ahora. Eso es una vergüenza para ustedes, una vergüenza para esos diplomáticos, que en vez de servir al Estado decidieron servir a un partido político».

Albares se ha rodeado de afines al PSOE en su gabinete, más allá de leales de la carrera. Lo hizo con los secretarios de Estado, sustituyendo a diplomáticos por perfiles políticos. Y en su gabinete, con nombramientos como el de Adriana Viz, hasta hace tres años coordinadora de la secretaría de Relaciones Internacionales del partido. O el de Beatriz Muller Martín, asistente de los diputados del PSOE en el Congreso.

La gestión deficiente fue denunciada también ayer en una carta de la ADE al ministro Albares, a la que tuvo acceso ABC: «El proceso de selección que se viene aplicando en estos últimos años está lastrado por la inexistencia de un Reglamento actualizado que lo regule detalladamente», lamenta la Asociación en su misiva, en la que detallan la falta de un criterio profesional «con normas precisas en vigor sobre clasificación de las categorías de las misiones diplomáticas, duración previsible del desempeño del puesto, méritos concretos a evaluar para cada una de ellas, relieve que se da al desempeño previo de puestos directivos en el Ministerio, procedimiento de consulta y participación de los principales responsables del Ministerio en el proceso de selección de candidatos, elaboración de ternas de candidatos, o la realización de entrevistas para su selección, entre otros aspectos».

Un funcionario cuestionado por este medio lo sintetiza en una frase: «El problema es que Albares confunde la libre designación con la discrecionalidad».