En entrevista, Alma Mancilla nos adentra en el universo inquietante de El verdor, una novela que entrelaza el duelo, la transformación personal y los misterios del entorno natural. También nos recomienda libros raros y siniestros.
Videoentrevista con Alma Mancilla
Alma Mancilla: entrevista y libros recomendados
El ecoterror
En El verdor, la escritora mexiquense nos presenta a Irene, una mujer madura marcada por la pérdida de su hija, quien se refugia en una ex hacienda boscosa cerca del aniversario de la tragedia. Allí, Irene se cruza con un grupo que, en su búsqueda por lo sagrado en la naturaleza, parece desdibujar los límites entre lo espiritual y lo siniestro. Aquí nos habla al respecto.
¿Qué busca Irene en ese lugar?
Su hija también era adulta y falleció en circunstancias extrañas, producto de una enfermedad degenerativa de la que no se nos da mucha información. Irene intenta superar este dolor cerca del aniversario de su muerte y se traslada a esa ex hacienda ubicada en una zona boscosa. Allí se encuentra con un grupo que intenta explorar lo sagrado que habita en la naturaleza y busca una forma de trascender a través de esa conexión con lo natural.
Ahí, lo que tienes, creo yo, es un escenario listo para que ocurra algo muy malo o muy bueno, dependiendo de cómo lo entiendas. Tienes a un personaje roto, Irene, que se enfrenta a un grupo que le ofrece una forma de redención.
¿Qué es el ecoterror y cómo se vincula El verdor con tu novela Fulgor?
Es cuando la noción de lo cotidiano con una vertiente oscura, gótica, se une con un entorno natural: el bosque, las plantas, etcétera. Es muy curioso, porque lo que quería hacer al inicio era acercarme explícitamente a esta idea del ecoterror. Particularmente, mi influencia era ese tipo de autores que construyen atmósferas tremendas donde el entorno natural es casi un personaje. El entorno tiene tanta importancia que termina actuando, a veces con agencia propia, y eso resulta muy perturbador. Creo que para nosotros, como humanos, la idea de que el entorno vegetal pueda tener agencia desafía nuestras nociones de autoridad. Esa perspectiva, desde el inicio, genera inquietud. Quería partir de ahí. No sé qué tanto lo logré, pero El verdor, como su nombre sugiere, explora esa idea. En el bosque y en la laguna cercana a la hacienda hay algo, una fuerza oscura que la asociación intenta recuperar. Esto va en paralelo con el desarrollo del personaje de Irene. Ella misma empieza a atravesar un proceso casi metamórfico.
Creo que la idea de ubicar lo inquietante en lo natural también nos remite a los ciclos de la vida, donde para que algo florezca tiene que haber un sustrato de podredumbre. Vida y muerte, finalmente, están conectadas. En todo caso, esto la conecta con Fulgor. Ambas novelas comparten esa idea de un personaje que llega a un entorno que propicia introspección o una caída en el trauma que ya trae consigo.
En El verdor también hay una obsesión con la idea de la maternidad y, por lo tanto, con la transición del cuerpo. A diferencia de Fulgor, aquí la protagonista es una mujer madura que atraviesa sus propios procesos de transformación física. Esto introduce una fisura, una vulnerabilidad que permite al grupo que la rodea ofrecerle algo que ella acepta. Me parece muy interesante cómo ahora se discuten cuestiones como la maternidad, la menopausia y la sexualidad desde una apertura que no existía hace 10 o 15 años. No es que estos procesos sean distintos ahora, sino que se pueden hablar con mayor libertad. Para mí, eso tiene que ver con experiencias personales que uno atraviesa, y estas terminan aterrizando en una elaboración en la ficción. No sabría cómo hacerlo desde una perspectiva autobiográfica; no me siento cómoda con ello. Me siento mucho más a gusto discutiendo estos temas detrás de la máscara de un personaje que, de alguna forma, siempre es un poquito uno mismo.
El verdor
Alma Mancilla
Malpaso
Lo siniestro, más allá de Freud
Alma Mancilla es una escritora reconocida por su habilidad para explorar los aspectos oscuros, inquietantes y misteriosos de la condición humana a través de la literatura. Su obra se caracteriza por una mezcla de géneros que transitan entre lo gótico, lo fantástico y lo psicológico. Su estilo evocador y su capacidad para construir atmósferas densas y envolventes la han consolidado como una voz singular en la literatura contemporánea en español.
Le gusta nombrar aquello que escribe como «siniestro», sustituyendo con esa palabra la noción de «lo inquietante» para definir su estilo.
¿Cómo ha sido la exploración de lo siniestro en tu obra?
La noción de lo siniestro es maravillosa. Aunque es una idea del siglo XIX, sigue siendo relevante y no se refiere a algo exclusivamente freudiano, aunque quien más lo popularizó fue Freud. Él lo define como aquello que, habiendo permanecido oculto, se ha mostrado. Esto remite directamente a la idea del trauma. La noción del retorno de lo reprimido, como lo planteaba Freud, tiene muchísimo potencial para ser tratado en clave de terror o fantástico. En El verdor y en Fulgor ocurre algo similar: hay un trauma interno que no necesariamente se traduce en lo que ocurre alrededor, pero sí posibilita el encuentro con algo extraño que sucede en torno al personaje. Lo que tienes es un descenso al abismo doble: por un lado, la ocurrencia inusitada y perturbadora en el entorno, que puede o no estar ocurriendo realmente, y por otro, el propio descenso del personaje en su herida interna. Ambas cosas me parecen aterradoras, y no sé cuál más.
¿Qué nos dices de tu novela De las sombras?
De las sombras es un libro que tuvo la fortuna de ganar el Premio Bellas Artes de Novela José Rubén Romero. Lo que quería hacer con ese libro era armar una especie de biografía de un inquisidor tristemente célebre llamado Heinrich Kramer, uno de los autores del célebre Malleus Maleficarum (El martillo de las brujas). La novela presenta un coro de voces femeninas que interrogan al personaje en su lecho de muerte, obligándolo a recorrer su vida, decisiones y cómo estas influyeron en lo que conocemos como causalidad. Es un libro que aborda la figura de la bruja desde la perspectiva de quienes la construyeron, es decir, los inquisidores. Aunque salió hace unos años, aún se puede conseguir.
Alma Mancilla recomienda libros raros y siniestros
El mal de la Taiga
Cristina Rivera Garza
Tusquets México
El mal de la taiga, de Cristina Rivera Garza, no es un libro de terror, pero ganó el Premio Shirley Jackson a la mejor novela corta de terror, lo que demuestra cómo el género varía según el contexto geográfico y lingüístico. En esta novela, una investigadora sigue a una pareja que se perdió en la taiga, posiblemente sucumbiendo a la locura. Es un libro muy perturbador.
Moho
Paulette Jonguitud
Tierra Adentro
El segundo es Moho, de Paulette Jonguitud. En este libro, una mujer descubre una mancha en su pierna, y esto desata una serie de cambios corporales. Hay una conexión clara con el horror corporal.
Parásitos perfectos
Luis Carlos Barragán Castro
Caja Negra Editora
El tercero es Parásitos perfectos, una serie de cuentos que exploran la frontera entre lo humano y otras formas de vida. En ellos, la figura del parásito es central, mostrando personajes que sufren mutaciones y cambios en una Colombia futurista.
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Tierra
David Vann
LITERATURA RANDOM HOUSE
Otro libro que recomendaría es Tierra, de David Vann. Aunque no es fantástico, aborda de forma magistral el descenso a la locura de una familia en Alaska, arrastrada por deseos no cumplidos que culminan en tragedia. Es una obra psicológicamente intensa.
Miles de ojos
Maximiliano Barrientos
Caja Negra Editora
En Miles de ojos, Maximiliano Barrientos escribe en un registro que explora lo extraño. Esta novela presenta a un grupo de jóvenes seguidores de una especie de culto relacionado con automóviles, planteando una conexión entre lo humano y lo tecnológico.