El arribo de más de 550 migrantes a las Islas Canarias en solo dos días pone de nuevo sobre la mesa la grave crisis migratoria que España enfrenta en esta región, pero también revela una profunda indiferencia por parte de las autoridades europeas. La cifra, aunque impactante, no es aislada: solo en 2024, más de 61.000 personas llegaron en embarcaciones precarias, casi el 80% de ellas a este archipiélago. Este aumento constante en las llegadas parece haberse normalizado, y a pesar de los riesgos extremos que estos migrantes enfrentan, la respuesta sigue siendo insuficiente.
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El drama migratorio en la ruta atlántica, la más peligrosa de todas, ha dejado una estela de miles de muertes. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) habla de al menos 5.000 fallecidos o desaparecidos desde 2014, mientras que organizaciones como Caminando Fronteras elevan la cifra a más de 10.000 tan solo en el último año. Las cifras de muertes y desapariciones subrayan no solo la magnitud del problema, sino también la desatención de las autoridades ante esta crisis humanitaria.
La política migratoria de la Unión Europea (UE) y de España sigue centrada en el control de fronteras y en acuerdos con países africanos como Mauritania, un enfoque que, si bien reduce las cifras de migración irregular en otras rutas, incrementa el peligro en la ruta atlántica. El desvío de migrantes hacia travesías cada vez más largas y mortales no es un fenómeno casual, sino una consecuencia directa de las políticas de contención implementadas por Frontex, la agencia de fronteras europea.
Lo alarmante es que, a pesar de estas estadísticas trágicas, la respuesta de las autoridades europeas y españolas sigue siendo tibia y centrada en la disuasión, con pocos esfuerzos en la protección de los derechos humanos o la creación de vías seguras de migración. Las muertes en el mar no son solo cifras, son personas que huyen de la pobreza, la violencia o la persecución, y que ven en Europa su única esperanza. Sin embargo, la respuesta que encuentran es un muro invisible construido por la burocracia y la falta de voluntad política para abordar de raíz las causas de estos flujos migratorios.
Es crucial que se replantee la estrategia. Las políticas actuales no solo están fracasando en evitar la migración irregular, sino que también están provocando una crisis humanitaria cada vez más profunda en las Islas Canarias.
Foto: Redes
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