Habrán escuchado en múltiples ocasiones -incluso puede que haya salido de su boca- esa frase tan característica a la edad adulto de que los jóvenes no leen porque están pegados a la pantalla, viendo vídeos de TikTok… Quizás su hijo o su hija adolescente no se pase la tarde encerrado leyendo a los clásicos, a los realistas rusos ni a la Generación del 27. Aunque puede que alguno sí, lo más probable es que en sus estanterías aparezcan nombres como los de Mercedes Ron, Joana Marcús o Cassandra Clare. Porque los datos son certeros: la franja de edad donde más se lee llega hasta los 24 años.
Según el Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros que hoy ha presentado su edición de 2024, en España el 65,5% de la población lee en su tiempo libre, siendo la primera vez que las métricas superan el umbral del 65%. Y esa cifra en buena medida viene impulsada por la franja de los adolescentes. Entre los 14 y los 24 años el porcentaje asciende hasta el 75,3%, diez puntos por encima de la media nacional, y acumula una subida del 4,6% con respecto a 2023. Ahí se recoge aquellos jóvenes que han leído al menos una vez al trimestre, es decir, que leen cuatro libros al año.
En el estudio, elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), en colaboración con el Ministerio de Cultura y con el patrocinio de Cedro, se recoge también que el 82,5% de los niños de entre los 6 y los 9 años leen en su tiempo libre. Y el incremento de hogar con menores cuyos padres les leen algún libro ha crecido dos puntos en el último año -del 76 al 78%-. «Los lectores entre 14 y 24 años dan la esperanza de que este país se ha incorporado definitivamente a los países lectores. El tópico de que en España no se lee hay que ir abandonándolo», ha asegurado en el acto de presentación del informe el presidente de los editores españoles, Daniel Fernández.
Más o menos en la media nacional y con una subida del 5,4% se encuentran quienes engrosan la franja de edad entre los 25 y los 64 años, es decir aquellos incorporados mayoritariamente al mercado laboral, con un 66,2% de lectores. La mayor subida se experimenta en los mayores de 65 años, precisamente el grupo menos lector, que llegan ya al 55,6% gracias a un aumento del 10,6% en el último año.
Además las variables socioeconómicas y geográficas también tienen una importancia capital en el análisis de esos datos. En cuanto a nivel de estudios, son aquellas personas con recorrido universitario quienes mayores índices presentan. Concretamente, el 84,4% de la población ahí incluida se declara lectora. En realidad todas las franjas de esa comparativa experimentan aumentos, siendo el más significativo los 4,3 puntos porcentuales de quienes están integrados en el nivel secundario.
En cuanto a la distribución por comunidades autónomas siguen siendo Madrid (72,1%), País Vasco (69, 4%) y Cataluña (68,9%) quienes acumulan un mayor número de personas lectoras. En el extremo opuesto se hallan Extremadura (56, 7%), Canarias (60,5%) y Cantabria (61%). Lo sorprendente en esa estadística es que solo hay seis autonomías que están por encima de la media nacional -las tres citadas, Navarra, La Rioja y Galicia- mientras que son once las que no llegan a esa cifra.
El barómetro demuestra también que el número de personas que no leen nunca o casi nunca se reduce hasta el 34,5%, siendo la falta de tiempo (46,8%) la explicación mayoritaria para no hacerlo. Ante esa situación, el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha vinculado esta realidad con la reducción de la jornada laboral, uno de los mantras políticos de Sumar, partido del que también es portavoz. «La franja de población adulta que echa en falta tiempo para leer es la que está en edad de trabajar. Por tanto, más tiempo de calidad, más tiempo para leer y más tiempo para la cultura. Reducir la jornada laboral, ganar tiempo de vida, nos da la oportunidad también de ganar en cultura«, ha afirmado.
En su discurso, el ministro, que al igual que otros compañeros de partido ayer abandonó la red social X, ha asegurado que la lectura «no puede ser controlada por ningún algoritmo», «es lo contrario a la desinformación y a los bulos» y, por tanto, no puede ser «monopolizada por nadie». Una afirmación que remite directamente hacia el propietario de la antigua Twitter, Elon Musk, ahora integrado en el equipo de Donald Trump.