‘Esta es una historia real’. Treinta años después de su asesinato, el director de cine Iñaki Arteta, de nuevo, recuerda a las víctimas del terrorismo, en este caso, a la memoria del hombre que estaba llamado a liderar el Ayuntamiento de San Sebastián desde las listas del PP, Gregorio Ordóñez.
Y lo recuerda con su sutileza habitual de un hombre comprometido siempre con los que más han sufrido el terrorismo. Arteta no habla. No hay narrador, no hay terceras personas en un documental que se prolonga durante 40 minutos. La voz de Ana Iribar, la viuda de Gregorio, su testimonio se convierte en la columna vertebral de un documento tan sencillo como impactante y emotivo. Junto a ella, María San Gil, la siempre eterna compañera profesional del líder del PP en San Sebastián. Una tercera voz, José María Aznar, presidente entonces del PP en toda España quien relata su cercanía con Ordóñez.
En un acto celebrado en la Casa de Correos de Madrid, organizado por la Comunidad y por la Fundación Universitaria San Pablo CEU, se ha mostrado el documental por primera vez, en un acto organizado por la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
El relato fluye y alcanza su nivel máximo cuando Arteta recoge el testimonio de Javier, el hijo del asesinado. Una voz poco escuchada.
Dibuja primero la etapa de la incorporación de Ordóñez a la política y cómo poco a poco la sensación de todo su entorno más cercano era que se había convertido en un gran problema para la izquierda abertzale, dueña y señora de las calles de la capital guipuzcoana. «Cuando me llamó y me dijo que iba a encabezar la lista del partido por Guipúzcoa se me cayó el teléfono al suelo», recuerda Iribar.
Aznar apunta que Gregorio «era una referencia especial por su personalidad y su naturaleza», «transmitía alegría, capacidad, decisión».
Y Ana destaca: «Tenía muy claras las ideas. Siempre en contra de negociaciones con asesinos». En aquella etapa, «el PP funcionaba como un partido clandestino» mientras los abertzales se mostraban dueños y señores de las calles, recuerdan. Señala cómo Ordóñez consideraba a Arzalluz (entonces líder todo poderoso del PNV) un «pistolero verbal» y defendía la «presión policial y el rechazo social» como las principales herramientas para acabar con ETA.
Y apareció una bala en su casillero del Ayuntamiento. Y pese a ello, ni protección directa ni cambio de rutinas. Ordóñez seguía llevando su vida normal, «pero ya arrancaba el coche el solo buscando siempre cualquier excusa», recuerda Iribar. El que fuera consejero de Interior vasco Juan María Atutxa dijo que no había ningún dato en los papeles de ETA sobre él.
Y lo mataron. Y Arteta recoge con mucha elegancia y serenidad este momento. Con la voz de la viuda que se interrumpe con emoción. «No pensé que aquello era verdad hasta que vi el furgón fúnebre. Me quedé petrificada. Pensé que la tierra se había detenido. Esto es mentira, no puede ser, me decía a mí misma».
Aznar interpretó inmediatamente este crimen como «el comienzo del exterminio del PP», de Goyo al presidente, recordando que después intentaron asesinarle a él en Madrid.
Y la viuda decidió salir de San Sebastián, del País Vasco, para no victimizar continuamente a su hijo. «¿Dónde está el que ha matado a mi padre?», recuerdan que fue una de las primeras preguntas de Javier, el hijo de Gregorio, cuando su madre le explicó bien chico cómo habían matado a su padre. Y Javier define a su padre: «Un hombre con autenticidad, entrega y responsabilidad».
Y María San Gil concluye: tras el asesinato «salías por la mañana y pedíamos a Dios volver a casa por la noche con vida».
Durante la presentación, el ex presidente del Gobierno aseguró que «honrar hoy la memoria de Gregorio es deslegitimar las coartadas póstumas de ETA y atajar la impunidad histórica a que aspiran sus legatarios».
Ante un auditorio repleto en la Casa de Correos, con la asistencia de mucho público joven, Aznar animó a «reconstruir las instituciones, fortalecer la democracia, reconstruir un espacio cívico seriamente dañado, y restaurar la noción del poder sometido a la ley y al derecho».
«Treinta años después, Bildu pacta con el Gobierno los contenidos de una ley de ‘memoria democrática’. La formación que todavía no ha condenado ni uno de los 853 asesinatos de ETA», lamentó Aznar.
El ex presidente del Gobierno y del PP añadió: «Se intenta cancelar a las víctimas asesinadas por ETA como referencia democrática prioritaria». Durante su Gobierno, defendió, «nos propusimos la derrota integral del terrorismo: la de sus crímenes y la de su estrategia. Y propiciamos las condiciones para hacerla efectiva»
El acto fue presentado por María San Gil. En nombre del CEU tomó la palabra su presidente Alfonso Gullón de Mendoza, quien puso en valor también el papel político de Gregorio Ordóñez.
Al evento, entre otros, acudieron Jaime Mayor Oreja, Ana Botella, Carlos Iturgaiz, Marí Mar Blanco, Daniel Portero, Rosa Díez, Manuel Pizarro, Yolanda Barcina, Teresa Jiménez Becerril, entre numerosos representantes del mundo de la seguridad, de las víctimas del terrorismo y del ámbito político.